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Cultivando con Fermentos

Fermentos y cultivo: Encende el motor de tu suelo

Última actualización: 11 de octubre de 2025


Si en nuestra guía anterior sobre cómo empezar en el suelo vivo aprendimos a ver el suelo como un motor lleno de combustible, hoy vamos a aprender a fabricar la bujía que lo enciende: los fermentos. Este es el paso donde la teoría se convierte en práctica. Nos adentramos en el universo de los bioinsumos caseros, una herramienta esencial para multiplicar la vida, reciclar recursos y transformar lo que considerábamos "residuos" en un tesoro biológico. En mi experiencia, dominar la fermentación es la forma más directa, económica y poderosa de reconectar con los ritmos de la tierra y llevar tu cultivo a un nivel profesional y regenerativo.


¿Qué Significa Realmente Cultivar con Fermentos?


Pensá en los fermentos como una cocina biológica externa. En lugar de tirar materia orgánica al suelo esperando que la microbiología "la encuentre" y la descomponga lentamente, nosotros iniciamos ese proceso de forma controlada. Es pasar de echarle combustible crudo al motor a prepararle una nafta de alto octanaje.

Cultivar con fermentos significa tomar las riendas:

En resumen, dejamos de ser meros "aplicadores" para convertirnos en chefs de la microbiología.


El Ejército Biológico en Acción: Cómo Funciona la Chispa


Perfecto, ya sabemos que el fermento es la bujía. Pero, ¿cómo funciona exactamente esa chispa a nivel biológico? ¿Qué sucede cuando "gira la llave"? Se desencadenan cuatro acciones clave:

Esta es la base de la Agricultura Natural Coreana (KNF), una filosofía que entiende que para tener un motor saludable, todas sus partes deben funcionar en armonía.


Los Diferentes Tipos de Chispa: Tipos de Fermentos


Así como no usás la misma bujía para un auto de calle que para uno de carrera, no todos los fermentos generan la misma "chispa". Cada tipo tiene su especialidad:

Tu Primer Laboratorio Biológico: Pasos para Empezar


  1. Seleccioná tu Materia Prima: Frutas maduras, restos de vegetales, suero de leche, melaza. La diversidad es clave.
  2. Capturá o Inoculá los Microorganismos: Aquí tenés varias estrategias. Si tu materia prima es de alta calidad (frutas de agricultura natural, restos de vegetales de tu huerta), ya contiene una excelente carga de microorganismos listos para ser cultivados. Alternativamente, podés capturar microorganismos nativos (MEN) del monte para traer diversidad, o usar un iniciador potente como el suero de leche o el agua de arroz fermentada para dirigir el proceso.
  3. Creá las Condiciones: Fermentá en recipientes que permitan la salida de gases, a temperatura estable y protegidos de la luz directa.
  4. Observá y Cosechá: En 7 a 15 días, el proceso estará listo. El olor debe ser agradable (a vinagre, sidra, agridulce), nunca a podrido.
  5. Filtrá, Almacená y Aplicá: Colá el líquido y guardalo en un lugar fresco y oscuro. Se aplica siempre diluido, generalmente entre 5 y 10 ml por litro de agua.


Para un detalle exhaustivo de recetas y procesos, podés descargar la Guía de insumos para el cultivador natural. Es el manual de campo perfecto para empezar.


Conclusión: Es Hora de Encender el Motor


Cultivar con fermentos es entender que nuestro suelo no es un recipiente inerte, sino un motor biológico esperando ser encendido. Ya tenés el combustible (la materia orgánica) y ahora tenés la bujía (los fermentos). Aprender a usarlos es aprender a poner en marcha el ciclo de la vida de una manera activa y consciente.

Cada frasco de fermento es una prueba de que la solución más poderosa, eficiente y económica ya está en la naturaleza.

Ahora que entendés las bases de este proceso, el siguiente paso es dominar las herramientas.


En nuestra próxima guía, nos sumergiremos de lleno en el arte de la Fermentación Lácticas (BALs / LABs).


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